El desafío de Juan Rana.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), dramaturgo español del Siglo de Oro, escribe este sainete en el cual se destaca la inocencia del personaje Juan Rana y la desvergüenza de su mujer. La bravuconería de los personajes enfatiza la hipocresía y el valor que se les otorga a las convenciones sociales, sobre todo en una época en que la honra se lavaba con sangre.
En esta representación la virtud femenina es motivo de ironía, graciosa para el espectador, hiriente y contrastante con el candor del personaje masculino. Las características del personaje femenino acentúan no sólo el descaro sino la manipulación de los valores de ambos sexos que imperaban en ese período. Por su parte el protagonista masculino se exhibe a través de sus diálogos como un hombre cándido, cobarde por momentos, envalentonado después, fanfarrón respecto a su aspecto físico, en suma gracioso e ingenuo.
Este tipo de creaciones teatrales se destacó por la disminución de personajes respecto a las comedias de varios actos, de tal suerte que no resulta nada complejo para el espectador entender la trama que tiene el propósito de proporcionarle un rato de diversión, sin soslayar que hay una crítica velada a través de la ironía y el sarcasmo. Y para lograr su cometido la representación remata felizmente con canto y baile.
La posibilidad de representación es muy amplia, toda vez que se puede adaptar como se especifica en el escrito a un ambiente popular mexicano que va desde el siglo XVII a principios del XX y las armas pueden ser desde la clásica espada, el folklórico machete o la más actual navaja. En lo que toca a espacios prevalece la sencillez pues hay tres escenarios: la casa, otro lugar en el que hay un grupo de bebedores cantando y la calle.
Ignoro el año en que se representó por primera vez, pero partiendo del período de vida de su autor puedo señalar que correspondía al contexto social pues este tipo de teatro se caracterizó por su realismo costumbrista.
El tema no pierde vigencia ya que, si bien las costumbres han cambiado, la tabla de valores pareciera tener mínimo movimiento, pese a la corriente feminista y la apertura mental que existe en la actualidad en torno a los temas de pareja, en el ámbito público aún persiste la idea de que el hombre debe ser fuerte físicamente y diestro en su defensa, y por la otra parte hay una gran presión mediática para que la mujer conserve su estereotipo de fragilidad que requiere ser protegida. Aunque en la realidad estos modelos no correspondan como en caso de Juan Rana y Gila en las que se observa claramente que la fuerza y liderazgo de la pareja no recaen precisamente en el lado masculino, y tampoco la virtud femenina es tan significativa.
Muy buen comentario. Quizá lo único a debate es ese "realismo costumbrista", o tal vez habría que especificar a qué va dirigido: ¿al lenguaje, a la burla, al tema de fondo? Lo que pasa es que estoy convencido que nos muestra el teatro, como todo espectáculo, es una idealización (positiva o negativa) de algún aspecto de la sociedad, pero no un espejo. Si van a ver lo mismo que en su casa, ¿a qué va la gente al teatro?
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