martes, 20 de agosto de 2013

Comentario La guerra de las gordas.

Comentario de La guerra de las gordas.                                                                                  
La tragedia griega trasciende vía la ingeniosa narrativa de Salvador Novo en la comedia La guerra de las gordas, que fue representada en 1963, dentro de la Temporada de oro del teatro mexicano, en el teatro Fábregas de la ciudad de México.
Novo, como parte de la corriente de Los Contemporáneos, escribió esta sátira de la vida prehispánica en la que se vislumbra una crítica al poder que se vale de distintos medios y en cualquier incidente se escuda con el único fin de extenderse.
Difícilmente nos imaginamos la hilaridad como parte del solemne escenario prehispánico, donde los rituales envolvían a la muerte, a través del sacrificio en los templos o las luchas entre pueblos vecinos.  Y es por eso que resulta muy divertido en esta comedia, la inclusión de anacronismos en el código lingüístico que forma parte del proceso de la comunicación que se da en el teatro.
La construcción de los personajes implica la clara intención de exhibir los vicios y virtudes de los gobernantes y su círculo más cercano tanto de familia como de colaboradores políticos, militares, domésticos y adivinos o intérpretes de sueños, donde cada uno, defendiendo su pequeña o gran parcela de poder desempeña su papel en esta comedia, en la que lo que importa no son las traiciones, corrupción, asesinatos y demás tropelías que se cometan tras bambalinas, sino el que al pueblo se le tiene que ofrecer un espectáculo romántico siempre con un final feliz.  En esta construcción de los personajes, Anne Ubersfeld[1] reconoce la tarea del semiólogo como intermediario entre la literatura y el teatro para lograr una representación en la que se rompe el código de la ideología dominante.
Los salones de los palacios reales, una antecámara y un cuartel general son los escenarios donde se desarrolla la trama, que temporalmente abarca poco más de dos días, por lo que el texto dramático está estructurado de tal forma que el espectador tiene la posibilidad de vivir mentalmente la acción que se desarrolla en espacios ajenos y que le es referida mediante los diálogos y la introducción que hace Tecónal en la que se dirige directamente a él.  Ahí reside la primera contradicción dialéctica que menciona Ubersfeld para llevar el texto dramático a una escenificación que parte del texto y se completa con la representación.   Para ello es necesario que el director vaya más allá de la equivalencia semántica, que no se concrete a representar fielmente un texto, sino que brinde un espacio donde la imaginación de espectador consume la acción.
Una gran constante es la tradición clásica.  Resulta bastante hilarante el juego intertextual y paródico que incluye Novo al hacer la sustitución del Aquiles de la Ilíada por Axayácatl, en la creación del poema épico como elemento fundamental de la historia de la literatura de los pueblos.  También se puede detectar esta intertextualidad en la clara influencia de Aristófanes que en su Lisístrata hizo de la mujer un elemento determinante en las confrontaciones masculinas como armas no agresivas, mientras Novo la introduce con picardía de igual forma como una agresión no necesariamente mortal. Y de igual forma que en el poema homérico es la mujer el objeto de intercambio y manipulación la que proporciona el pretexto para la guerra. 
En el año de la primera representación de esta comedia en el escenario real sucedía el asesinato de John F. Kennedy; se sostenían las dictaduras de Franco en España y Tito en Yugoslavia; se fundaba la Organización de la Unidad Africana; se abolía la esclavitud en Arabia Saudita, el último país que aún la reconocía; y la imagen de la mujer destacaba positivamente en la persona de la cosmonauta rusa Valentina Terechkova que fue la primera de su género en orbitar en torno a la tierra; y por otra parte como parte del conflicto que hiciera dimitir al ministro de defensa británico que sostenía relaciones con Christine Keeler relacionada también con el agregado militar soviético.  En el mundo literario se publicaba la novela Rayuela, de Julio Cortázar; La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa;  ambos escritores del boom latinoamericano.
En este contexto político, social y cultural, la comedia de Salvador Novo pudo ser apreciada no solo por su tinte humorístico, sino por la actualidad de los conflictos que ahí se presentan: disputas por el poder, asesinatos calculados, gobernantes totalitarios, reconocimiento de la participación de las mujeres en hechos relevantes, y una literatura que se deslindaba de los modelos tradicionales y buscaba una nueva estética.





[1] Semiótica teatral.  Cátedra, Madrid, 1998.

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