jueves, 12 de septiembre de 2013

Comentario a La Malinche. Celestino Gorostiza.


La Malinche es un drama de tres actos escrito por Celestino Gorostiza, estrenado en 1958.

El texto dramático como su título indica de entrada es en torno a la conquista de México y la intervención de la mal afamada Malinche como elemento importante en esa empresa.  Independientemente otras cuestiones, el autor centra la trascendencia de este personaje en la habilidad de esta mujer en el manejo de las lenguas, pues conocía algo de maya y castellano además de su lengua natal el náhuatl.   Pero sus servicios no se concretan a la traducción, sino que ella expone el panorama político que prevalece en el Valle de México, las enemistades que se ha ganado el emperador Moctezuma entre sus pueblos vecinos, la grandeza de la ciudad y de su ejército, en fin detalles que el astuto Cortés necesita para emprender la conquista.  Este interés de Cortés por interpretar los signos indígenas y utilizar esa información en su beneficio es uno de los puntos analizados en el extraordinario estudio de Todorov[1], y se hace visible en la obra de Gorostiza a través de sus diálogos con Malinche.

Los buenos oficios de Malinche van todavía más allá de la traducción e información, ella manipula la ventaja de su labor interpretativa en favor de Cortés, y ante una posible condena de sus semejantes, en alguno de sus diálogos expone su situación de esclava sin voluntad a merced de su propia sangre o la extranjera, y también asume una actitud de fatalismo propia de su idiosincrasia respecto a la conquista, pues si no son los españoles será otro ejército el que lleve a su fin al Imperio Azteca, porque así está predicho.

Finalmente, gracias en parte a su colaboración, a la astucia de Cortés y a otros hechos coyunturales o providenciales, se consuma la traición de Malinche a su raza, el conquistador llega a la Ciudad de México, después de que muere Moctezuma y  Cuitláhuac, Cuauhtémoc es el nuevo emperador pero es preso de Cortés.  

Para entender cómo es que un puñado de hombres pudo conquistar uno de los señoríos más grandes de Mesoamérica,  es de suma utilidad recordar lo que dice el artículo de Adam Versényi[2] en el que destaca la vida cotidiana de los aztecas como un drama metafísico fundado en un vínculo muy estrecho entre el espacio y el tiempo y que el elemento teatral estaba presente en sus vidas en forma natural.  Y de ello dan fe sus rituales guerreros, que eran como los definió Víctor Turner un conjunto de comportamientos establecidos para determinados momentos y que hacían alusión a los poderes invisibles, que son la causa primera y última de todo.  Sin embargo creía que no eran un simple montón de reglas sino un proceso sin límites fijos que permeaban toda su existencia. 

En su artículo Versényi describe cómo es que esa teatralidad innata de los aztecas fue aprovechada y asimilada a los ritos cristianos durante la empresa de conquista con la característica astucia de Hernán Cortés.  A su favor tuvo la coincidencia de que tanto para los grupos amerindios como para los españoles la religión era un arma de Estado cuyos rituales alimentan la obediencia simultánea a una y a otra. 

Otro aspecto aprovechado por Cortés fue la cosmogonía azteca, en la cual no cabía un elemento extraño, sino que todo formaba parte de los ciclos que los dioses les tenían anunciados.  De tal suerte que Cortés se amoldó al retorno de Quetzalcóatl que vaticinaba el fin del Imperio Azteca.  Todorov dice que Cortés tenía una habilidad para adaptarse e improvisar y así fue, pero lo principal es que los aztecas no contemplaron la posibilidad de entender ellos los códigos lingüísticos ajenos, cosa que sí hizo Cortés, se inmiscuyó en su cultura y con ella los venció.  

Enmarcando el comportamiento de Cortés en los conceptos vertidos por Juan Villegas[3], podemos decir que ejerció a través de la teatralidad, un discurso cultural formado con códigos de legitimidad de los pueblos indígenas, adecuándolos a su intencionalidad y adecuándose él al imaginario social de sus espectadores.

El año de su representación tomó posesión como presidente de la república el Lic. Adolfo López Mateos.  No es un tiempo de rupturas graves en el contexto socio-político, lo cual no quiere decir que no hubiera una necesidad de refrendar la función político-educativa de los discursos teatrales dirigidos a consolidar la identidad nacional[4].








[1] The Conquest of America.
[2] El teatro en América Latina. 
[3] HISTORIA MULTICULTURAL DEL TEATRO, y las teatralidades en América Latina.
[4] Idem.

1 comentario:

  1. Muy completa esta entrada e ilustrativa. Quizá le falta un título más creativo y alguna imagen que complemente el texto. Sin duda Cortés era un gran actor político y en cada acto supo muy bien el papel que le tocaba jugar y guiaba la interpretación de aquellos que lo veían.

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