Comentario de Águila o sol de Sabina Berman.
Dice José Luis García Barrientos que el drama no se constriñe a la letra pues tiene un destino espectacular, por lo cual su estructura está formada por el diálogo y la acción (acotación).
La lectura de Águila o sol de Sabina Berman no es un acto simple como tal. Se representa mentalmente desde el inicio, cuando un mariachi canta un corrido cuya letra contiene el fundamento de la conquista de México: los augurios, premoniciones y señales que abonaron a la empresa extranjera.
Partiendo de que el teatro tiene dos caras: la literaria y la espectacular, y éstas “…no se pueden separar…” (Ortega y Gasset 1958), vale para la obra de Sabina Berman el símil que Alfonso Reyes propusiera entre la lectura de un texto dramático y la de una partitura musical, es la ejecución lo que provoca la experiencia sensible.
El texto dramático es estructurado con el objeto de ser representado, y en el caso particular de Águila o Sol la intención de la autora era que fueran diez los actores, sin embargo terminaron haciéndolo sólo siete. Los cuales se antojarían pocos para personificar a Moctezuma, Cortés, Malinche, Patlahuatzin, Ixtlixuchitl, Yocotzin y un numeroso grupo de voces correspondientes a mariachis, coro, narrador, llorona, campesino desorejado, magos, hombre de dos cabezas, hombre tigre, guerrero cautivo, soldados españoles, guardia, celador, mujeres, hombres, viejos, borracho, cómicos, espectadores, abuelo, mexicanos, vocero, noble y cura; pero ello se logró a decir de la nota introductoria del texto, gracias a la “puesta ágil e ingeniosa”.
La acción se muestra en forma inmediata ante el espectador a través de los diálogos y canciones de esta multiplicidad de personajes que parodian el relato de la conquista de México. En la construcción del diálogo dramático la autora introdujo un discurso en el que combina el tono trágico, cómico e irónico. Desde luego incluye también las manifestaciones más arraigadas de la tradición mexicana como son la leyenda de la llorona, los corridos y los augurios.
A partir de una de las tesis planteadas por García Barrientos, no podemos decir que hay una variedad de estilos de lenguaje en la obra, sino de contrastes, que tienen el objetivo dramático de caracterizar los personajes de acuerdo a su forma de hablar. De esta suerte tenemos que en el episodio Los días funestos hay un registro marcadamente poético al llorar el fin de la gran Tenochtitlan; retórico, en la voz de Moctezuma que enuncia la transitoriedad de la vida en Se acaba el mundo entre prodigios; coloquial y vulgar, además de cómico es el lenguaje utilizado en Teatro Callejero, que es un relato cargado de alusiones sexuales de la rendición ante los conquistadores; artificialmente “natural” es el lenguaje en Tezcatlipoca, nombre del dios que con la apariencia de un borracho advierte a tres magos sobre la inutilidad de ofrecer regalos a los blancos, pues el ciclo de predominio azteca concluirá como lo hacen las estaciones del año, para dar paso a otra. Y en Bautismos, la fina ironía se asoma en la evangelización de los indios que inocentemente no comprenden del todo los nuevos dogmas cristianos pero que se ven forzados a aceptarlos para salvar su alma en el más allá, y por lo pronto su cuerpo en el más acá, terminando en franco chacoteo el episodio con la clásica “porra” deportiva: “…¡A la bio, a la bao, a la bim bom bam!” que no puede menos que arrancarnos una carcajada.
Los diálogos cumplen en esta obra con la función dramática en el episodio La masacre de Cholula, donde se escenifica la matanza a manos de los conquistadores encabezados por Cortés y la superioridad de sus armas y dios. La función caracterizadora se observa en Los ojos de Cortés en los ojos de Moctezuma, pues ahí se evidencia la codicia del primero y la ingenuidad del segundo. La función diegética no se ejerce únicamente en forma indirecta a través de algunos personajes, hay un personaje narrador que va dando cuenta directamente de algunas de las acciones. La función poética se observa en el personaje del abuelo de Patlahuatzin que se dirige al público para decir que está enviando a su nieto con un mensaje de paz a los cholultecas para que acepten resignadamente a los conquistadores y no peleen con ellos, y le devuelven a su nieto sólo para morir a sus pies.
En conclusión podemos decir que se trata de un drama de ambiente histórico pues en él se observa la situación política, social y cultural en la que se sitúa esta propuesta, abierta desde otra perspectiva con el objeto de desmitificar la historiografía oficial.
La obra fue escrita en 1984, año en que México se encontraba sumido en una crisis económica persistente debida a las políticas económicas poco efectivas que propiciaron grandes importaciones y escasas exportaciones, endeudamiento público y una creciente desigualdad por la concentración excesiva del ingreso y la riqueza nacional en unas cuantas manos, mientras una gran mayoría, principalmente campesinos e indígenas que vivían en sus comunidades lejos de las ciudades, sufrían de escasez de lo más elemental para subsistir. Es decir, más de cuatro siglos después de la conquista de México la situación continuaba siendo la misma: los extranjeros eran dueños y señores de los destinos de los mexicanos, y algunos mexicanos seguían entregando el país a manos extranjeras. Peor aún, actualmente la situación no ha variado mucho.
Cómo se comenta una obra de teatro: ensayo de método. Madrid: Síntesis, 2001.